Mientras estaban en la encrucijada de su esfuerzo clandestino, la paciencia del Protector del Misterio comenzó a flaquear ante la visible vacilación de Darklord.
—¿Por qué dudas? Si ni siquiera puedes confiar en mí, ¿cómo esperas cumplir con la misión que te dio el Santo Misterio? —la pregunta, aguda y cargada de implicaciones, cortó el aire tenso, dejando a Darklord momentáneamente sin palabras, atrapado en la red de sus propias incertidumbres.
Era una verdad innegable que sin la asistencia vital del Protector del Misterio, Darklord tenía pocas posibilidades de navegar las complejidades de la tarea establecida por el enigmático Santo Misterio.
Además, la formidable Muralla de Defensa mágica que cubría al Puerto del Sur como un velo impenetrable estaba más allá de la capacidad de Darklord para vulnerarla solo.