En las profundidades aisladas del Valle del Llanto, entre su paisaje típico, el ojo agudo de John captó un atisbo de una anomalía—una roca impregnada de un tono inusual que contrastaba marcadamente con el amarillo predominante de las piedras circundantes.
Esta peculiar roca, bañada en un resplandor verde etéreo, despertó la curiosidad de John, impulsándolo a investigar más a fondo.
Titubeante, extendió la mano, sus dedos rozando la fresca superficie de la piedra verde.
En el momento en que su piel hizo contacto, la tranquilidad del valle se rompió por una visión sorprendente.
De repente, la visión de un rostro humano feroz se materializó ante él, sus facciones impregnadas de intensidad y una familiaridad inexplicable que parecía atravesar el velo del tiempo y el espacio.