Las lágrimas de Bosiden no provenían de la tristeza, sino de una reacción visceral ante la amenaza percibida a su vida.
Afortunadamente, las respuestas de Bismarck y Federico se desarrollaron justo como Howard había anticipado.
Bismarck, al presenciar la abrupta salida de Bosiden sin más preámbulos, rápidamente intercambió una mirada cómplice con Federico.
—Ah, querido mío, no te apresures en marcharte. En Phrus siempre cumplimos nuestra palabra. Ten la seguridad de que apoyaremos al Reino de Oli en su próximo conflicto contra el Reino de Osland —dijo Federico, mientras se levantaba prontamente de su asiento con los brazos abiertos en un gesto de calidez fingida.
Un mes después, siguiendo una decisión unánime de Howard, Ness y Boshni, el Reino de Oli declaró la guerra al Reino de Osland.
Neplon, nombrado como el comandante supremo, lideró las fuerzas combinadas.