En ese momento
ni Riverlo ni Lolo notaron nada extraño.
La sombra se movía extremadamente rápido, era demasiado inquietante y oculta, imposible para una persona promedio notar.
—¡Golpe! —John la bloqueó casualmente, produciendo un fuerte sonido de colisión.
John sacó la sombra y la clavó en un gran árbol cercano.
En este punto, Riverlo y Lolo recién reaccionaron.
En el árbol, había una daga de color negro azabache clavada en el tronco, que parecía extremadamente afilada.
Al cabo de un rato.
El tronco comenzó a ponerse negro, y todo el árbol empezó a marchitarse.
—¡Qué veneno más potente! —Riverlo exclamó con una mirada de susto posterior, preguntando con severidad:
— ¿Quién está ahí?
En el bosque, solo se oían los sonidos de las hojas al viento.
Nadie respondió.