Al mirar el número, John lo reconoció como desconocido.
Mientras ponderaba quién podría haberle enviado este mensaje precautorio, la pantalla superior comenzó a desplegar el anuncio de la siguiente actuación.
Era el turno de Amelia de subir al escenario.
Al ver el retrato de Amelia mostrado en la pantalla de arriba, una sensación de calma invadió a John.
Después de todo, estaba aquí por la música; todo lo demás lo afrontaría de frente, sin importar los desafíos.
Vestida con un exquisito vestido de gala, Amelia ascendió grácilmente al escenario.
Su figura esbelta y su sonrisa cautivadora eran tan atrayentes que era difícil desviar la mirada.
Con una reverencia gentil al público, los ojos de Amelia escanearon la sala e instantáneamente se fijaron en John, sentado en la primera fila del auditorio.
Su sonrisa se volvió aún más radiante y tentadora.