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—Gracias por la información, Niel... Pronto partiremos. Esta vez, esas malditas alimanas encontrarán su fin.
Un dejo de crueldad resonó en la voz de Zafiro, evidenciando su predisposición para ejecutar su venganza.
A pesar de que la preocupación se pintaba en los rasgos de Niel, eligió no desanimar aún más el espíritu de Zafiro.
Poniendo una mano reconfortante en el hombro de Zafiro, entonó:
—Ante todo, tu seguridad es lo más importante... "Una colina verde se mantiene, sin miedo a no tener leña". Solo manteniéndote con vida podrás cumplir verdaderamente tus deseos.
Zafiro frunció los labios, su robusta figura tensa, con determinación grabada en su rostro.
—Puedes estar seguro de que no seré imprudente. Habiendo llegado tan lejos, es poco probable que flaqueé en el último obstáculo. A lo largo de los años, en búsqueda de venganza, me he preparado para innumerables escenarios. Ahora es el momento de que esos malditos roedores paguen...