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Adán esquivaba desesperadamente las ilusiones de espadas mientras intentaba contraatacar. Sin embargo, cada vez que creía haber apuntado al verdadero John, solo se encontraba con un espejismo, y el verdadero John ya había cambiado de posición. John había perfeccionado la técnica de la ilusión. La Cuchilla Divina bailaba con gracia como una mariposa de jade, cada golpe era impecablemente preciso, como si hubiera anticipado cada movimiento de Adán. Adán continuaba retrocediendo, sintiéndose atrapado en la red de espadas de John.
—¡Malditos sean tus trucos! —gritó Adán, frustrado.
Los asaltos de John eran rápidos e impredecibles, como destellos de relámpago. Su esgrima era impecable, cada ataque parecía inbloqueable. La barrera protectora de Adán comenzó a temblar mientras el ataque de John iba penetrando gradualmente sus defensas, todo mientras John mantenía una sonrisa tranquila. Finalmente, la sombra de la espada de John atravesó la barrera de Adán, derribándolo.