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Al principio, Zachary no lograba comprender la fuente de la confianza de John.
El joven frente a él exudaba una compostura que estaba lejos de ser ordinaria, un comportamiento que parecía fuera de lugar para un plebeyo.
Especialmente, cuando era confrontado por figuras tan distinguidas, permanecía impasible.
Como resultado, Zachary subconscientemente suavizó su propia asertividad, diciendo pacientemente:
—Joven, debes entender una cosa: independientemente de la naturaleza de tu conflicto, recurrir a la violencia nunca es la solución correcta.
—No tengo intención de tomar partido, pero tú golpeaste primero y lesionaste a alguien, y por eso, debes enfrentarte a las consecuencias de la ley —dijo Zachary.
John sonrió ligeramente, respondiendo con un aire de indiferencia:
—Si el Jefe Barnes lo ve de esa manera, entonces no tengo nada más que decir. Sin embargo, antes de que me detenga, ¿puedo hacer una llamada?