Timothy lo miró a John con frialdad, genuinamente asombrado.
Nunca esperó que alguien en esta ciudad se atreviera a dirigirse a él en ese tono.
¿Menospreciándolo?
¿Quién era este joven delante de él que se atrevía a insultarlo abiertamente, aun sabiendo quién era él?
Los hombres detrás de Timothy, seguidores leales, ya estaban hirviendo de ira.
De no haber sido por la contención de Timothy, se habrían lanzado contra John, puños y pies volando.
Sin embargo, John permanecía imperturbable, jugueteando con la delicada copa de vino en su mano, aparentemente ajeno a la gravedad de sus palabras.
—Joven, es mejor no ser tan descarado —Timothy advirtió con la mirada entrecerrada, su tono goteando amenaza—. Deberías saber que los problemas a menudo brotan de la boca. ¿O necesito recordártelo?
John simplemente sonrió, respondiendo con un atisbo de burla.