Un viento inquietante aullaba a través del extraño ambiente del Reino Divino del Ángel Caído donde John y Leviatán se enfrentaban uno al otro.
Después de un breve sondeo de los poderes del otro, detuvieron sus ataques casi al mismo tiempo.
Una extraña sonrisa se curvó en el rostro de Leviatán —Quizás sí poseas la habilidad para enfrentarme. Pero, ¿de verdad te atreves a darlo todo? Como estoy seguro de que habrás notado, el espacio de este reino es frágil. Si nuestra batalla causa una perturbación en el ORDEN espacial aquí, desencadenaría una explosión masiva que se propagaría al espacio principal del Continente Dios Asesino.
—La chica que acabas de enviar lejos y muchos mortales inocentes morirían en la explosión. Me mantuviste aquí para evitar que pusiera un pie en el mundo principal del Continente Dios Asesino. Pero, ¿puedes soportar tal pérdida?
John se quedó en silencio.
Sabía que Leviatán no solo estaba tratando de asustarlo.