Emma se despertó con pereza de su sueño.
El dolor en su parte baja había disminuido finalmente, quedando solo un leve rastro de malestar.
Giró la cabeza hacia la ventana y vio que ya era la puesta de sol —había estado durmiendo todo el día.
Su rostro se tornó levemente rosado.
Recordar los actos ultrajantes que había realizado a plena luz del día esa mañana la hacían querer enterrarse en su cama, esperando nunca levantarse de nuevo.
A través de la rendija de la puerta de su habitación, pudo oír claramente a John tarareando una canción.
Ese hombre era excesivamente vigoroso.
A pesar de haber sido él quien más se esforzó esa mañana, había despertado antes que ella.
Una mirada de preocupación cruzó el rostro de Emma.
¿Qué iba a hacer?
Sentía como si no pudiera rechazar los avances de Johnny por sí misma...
John, al oír los tenues ruidos del dormitorio, se rió suavemente y empujó la puerta.