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La sucesiva serie de fracasos no disuadió a Leo de su implacable búsqueda de la maestría. Cada contratiempo solamente servía para avivar su determinación, empujándolo a sus límites y más allá. Con una resiliencia inquebrantable, siguió adelante, sin dejarse disuadir por los obstáculos que se erigían en su camino.
Cada intento de dominar la técnica de aura defensiva parecía quedarse corto, pero se negaba a dejar que la frustración lo consumiera. En cambio, asumía cada fracaso como una valiosa lección, un peldaño hacia el éxito. Y finalmente llegó.
En un momento de sincronización, la mente, el cuerpo y el aura de Leo se alinearon, culminando en una ejecución funcional de la técnica defensiva. El escudo de energía sombría se materializó a su alrededor. Estaba lejos de ser perfecto y le había tomado cuatro días, pero era un progreso del que estaba muy orgulloso.