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Aunque hizo todo lo posible por no dejar rastro, sus tentáculos rompieron algunas ramas mientras avanzaba entre la maleza. Se aseguró de no dejar que ninguna de las ramas golpease a su compañera, sin embargo. Mientras se movía rápidamente entre los árboles como un mono, seguía atento a las personas que les perseguían.
Los perseguidores acababan de cruzar el lugar donde Leo y la chica habían saltado, lo que le daba un sentido de alivio. Sin embargo, el alivio se transformaba lentamente en culpa. Las personas que les perseguían iban ahora tras Damian y Jennifer, quienes estarían indefensos frente a ellos.
Si Leo hubiera mostrado su verdadero poder, entonces podría haber salvado la vida de todas esas personas. Sin embargo, para mantenerlo oculto, tuvo que quedarse en silencio y dejar que se dirigieran a su muerte. Su expresión de culpa estaba plasmada en todo su rostro, captando la atención de la chica.
—¿Hay algo mal? —preguntó ella con su suave voz.