Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que estaba en un lugar completamente diferente al de antes. El campo de batalla había sido reemplazado por una habitación de piedra gris. El cuerpo inerte del Rey del Viento había desaparecido, al igual que el ejército detrás de él. Los gritos en su cabeza también habían desaparecido.
Pero lo más importante, ya no podía sentir ni el menor atisbo del aura de sangre. En cambio, podía sentir la magia en su cuerpo fluyendo alrededor. Su mente estaba más clara que nunca y el flujo de magia parecía incluso más libre que antes.
—¿Estás bien? —Una voz sonó en su cabeza. Era un sonido familiar que había empezado a extrañar.
—Sí, estoy bien. ¿Cuánto tiempo estuve fuera? —preguntó él a la voz.
—¿Fuera? Acabas de entrar en la habitación. ¿A qué te refieres con fuera?