Archer recordó que Leira ahora tenía el tatuaje de dragón y no pudo evitar preguntarse acerca de su reacción. No pudo evitar imaginar su rostro iluminado con sorpresa y diversión.
Fue entonces cuando Archer decidió compartir los detalles de las mejoras que había realizado con Sia, y los ojos de ella se iluminaron con aprobación.
Sia lo envolvió en un abrazo apretado y afectuoso, con los brazos rodeándolo mientras le susurraba al oído:
—Estaré con Padre por un tiempo porque vamos hacia el Ducado de Campoestío para ayudar con la seguridad. No podré visitarte aquí por algún tiempo porque no puedo dejar al viejo. Por favor, ven a verme.
Mientras sentía el calor de su amoroso abrazo, los recuerdos de años pasados inundaron su mente, incitándolo a abrazarla aún más, un gesto que Sia no pasó por alto.
Ella respondió a su abrazo con una apretón aún más firme y habló una vez más:
—Te amo, esposo. Desde nuestros pequeños viajes de campamento, te he amado.