"Eso es correcto... esto no es el final, esto es solo el comienzo", pensó Rain.
Rain entendió que en la vida, no eran solo los momentos de éxito o gloria los que definían a una persona. Más bien, era la manera en que uno navegaba a través de las caídas y contratiempos, la resiliencia exhibida al levantarse después de tropezar. Sabía que su carácter no estaba moldeado únicamente por logros, sino por cómo se levantaba rápida y resueltamente después de enfrentar adversidades.
A través de las pruebas que encontró, Rain aprendió que los contratiempos eran inevitables. Lo que verdaderamente importaba era su capacidad de recuperarse, de mantenerse erguido a pesar de los desafíos y de seguir avanzando. Fue en esos momentos de dificultad, cuando enfrentaba sus deficiencias, que descubrió su verdadera fortaleza.