Los monstruos, al sufrir un alto daño o recibir golpes críticos, explotaban en una ráfaga de sangre de color azul. Esta reacción peculiar desencadenaba una lluvia de sangre en los alrededores.
Este patrón recurrente despertó sospechas; parecía que estos monstruos estaban diseñados o modificados de tal manera que su sangre llevaba un contagio específico. La sangre de color azul, al dispersarse tras su muerte, parecía representar un peligro potencial. Sugería que las criaturas posiblemente estaban diseñadas para infectar o contaminar a aquellos que entraran en contacto con la sangre.