Mientras su Suerte aumentaba, y eso se suponía que era bueno, resultaba inútil porque había estado volando sin parar durante siete días y no encontró nada.
«No puedo ni calcular la distancia que crucé...», pensó Rain. «Aún así, debería haber cruzado la mitad del planeta ya. No hay manera de que la Tierra se haya vuelto del tamaño de Saturno o algo así».
Rain se embarcó en un largo viaje a través del océano, y su enfoque lo impulsó hacia adelante a pesar de la falta de descubrimientos significativos durante los primeros siete días. En medio de la inmensa extensión del mar, no encontró islas ni señales de monstruos o criaturas que pudieran haber representado una amenaza. Ocasionalmente, captó destellos de ballenas y tiburones nadando en las profundidades, pero la ausencia de aves en los cielos era algo más.
