Guiado por el asistente al patio trasero, Howard fue recibido por Caitlin.
Al ver el apuesto rostro de Howard, la irritación que sentía Caitlin por la ansiosa espera se disolvió en pura alegría.
—Querido mío —exclamó Caitlin—, han pasado los días, pero sigues igual de atractivo como siempre, brillante como las estrellas en el cielo.
Al oír esto, el asistente se estremeció ligeramente, luego se excusó rápidamente de estar en el patio, cerrando discretamente la puerta detrás de él.
Ni Howard ni Caitlin prestaron mucha atención a la partida del asistente.
Para ellos, la verdadera preocupación era si podrían continuar con su exploración de las Ruinas.
Howard fue directo al grano:
—Después de entregar esas pociones, ¿qué recompensas recibimos? ¿Podemos continuar con nuestra exploración de las Ruinas?
Con pesar, Caitlin respondió: