—Solo un momento, revisaré los registros —la dama detrás del mostrador destelló una sonrisa radiante de dulzura.
La mirada de Ali se deslizó a través del salón, deteniéndose repentinamente.
Ella dio un paso atrás, susurrándole a Howard:
—En la esquina del salón, cerca de la entrada, aquella mujer, es la que se acercó a Jelia ayer.
Siguiendo la dirección de Ali, los ojos de Howard se posaron en una silueta algo familiar.
A pesar de solo verla por detrás, Howard la reconoció al instante.
Esto no eran buenas noticias.
Manteniendo su expresión neutra, Howard le dio una palmada en el hombro a Ali:
—Tú sigue y consigue las insignias. Yo iré a saludarla.
—¿Es peligroso? Ella está aquí por ti, ¿no es así? —Ali agarró la muñeca de Howard.
—No... al menos no ahora. Y aunque así fuera, estarías mejor no haciendo nada tonto y simplemente marchándote. Ella no es alguien con quien podamos lidiar —Howard se soltó de la mano de Ali con una sonrisa, su mirada tornándose gélida.