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Howard no se arrepentía de su decisión.
Kaedwyn era un formidable oponente, y no se podía confiar en su palabra.
Además, Howard no quería poner a Tina en riesgo.
Las mujeres, especialmente una tan atractiva como Tina, estarían en extremo peligro en tal escenario.
Hacia la tarde, mientras descansaban, Howard hizo un descubrimiento.
Notó marcas en algunos árboles que parecían haber sido dejadas a propósito por alguien.
Acercándose para observar mejor, las reconoció como señales hechas con una daga.
—Estas son marcas dejadas por alguien, y son bastante recientes. Significa que la persona que las dejó no está lejos —observó.
—Deberíamos cambiar nuestra ruta de nuevo —sugirió.
—¿Cambiar la ruta de nuevo? —Kellman estaba cansado del enfoque cauteloso de Howard.
Incluso Tina parecía frustrada.
Casi se quejó:
—Howard, sé que lo haces por nuestro bien, pero a este paso, ¿cuánto nos llevará llegar a Ciudad Luz Santa?