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En un mundo diferente al suyo propio, Howard se dio cuenta de que las reglas fundamentales seguían siendo las mismas.
Esclavos, guardias, sirvientes...
Observando a los cientos que se ocupaban en la mansión, Howard no pudo evitar sentir una especie de déjà vu. ¡Los que tenían poder siempre compartían rasgos comunes!
De vuelta en Esfera Azur, aunque Howard era huérfano, nunca cayó en la condición de esclavo o sirviente.
Después de despertar sus talentos, incluso se había unido a una de las academias de mayor rango en Esfera Azur, lo que lo salvó de tales experiencias.
Ahora, presenciando las vidas de estos esclavos y sirvientes, Howard entendió cómo necesitaba posicionarse con Stano.
Tenía que presentar su talento de una manera que le forjara una identidad, asegurándose de no ser visto simplemente como otro plebeyo.
De lo contrario, ¿no sería visto simplemente como un ejecutor en sus ojos?
El tiempo pasaba lentamente, y pronto cayó la noche.