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En el más breve instante, tan rápido como el rayo y feroz como la llama, Shelley Chan empujó a Howard, quien acababa de recuperar la Bolsa de Almacenamiento y el Anillo Espacial, hacia un lugar seguro.
Con una expresión resuelta, se enfrentó al inminente embate de Nurbaski.
Casi al instante, la mano de Nurbaski, en forma de garra y envuelta en poder espiritual, se clavó en el pecho de Shelley Chan, salpicando sangre y provocando que el corazón de Howard diera un vuelco violento.
Con el corazón herido, ¿podría Shelley Chan estar en grave peligro?
—¡Cackle, cackle, cackle... ¡Quién lo diría, la ilustre Shelley morirá por mi mano hoy! —La cara de Nurbaski se torció en una grotesca sonrisa mientras se burlaba—. ¡Muere por mí!
Antes de que Nurbaski pudiera apretar su agarre y aplastar el corazón de Shelley Chan, sin embargo, un grito de fénix, agudo y claro, atravesó el aire.