—¿Ayudarme? —Nick se repitió a sí mismo en su mente.
Se agitó cuando pensó en esa corta frase.
¿Ayuda?
¿Es que siquiera merecía ser ayudado?
«No merezco ayuda», pensó Nick mientras sus emociones se tranquilizaban de nuevo. «He hecho demasiadas cosas terribles».
—El tiempo de recibir ayuda ha terminado.
—Desde ahora, solo puedo ofrecer ayuda.
Nick movió la cabeza lentamente de lado a lado.
—No quiero ninguna ayuda —dijo.
Alberto levantó una ceja.
—¿Querer o necesitar? —preguntó.
—¿Importa? —Nick contestó con cierta molestia.
Alberto solo miró a Nick en silencio con una expresión preocupada.
Cuanto más Alberto lo miraba, más culpable se sentía Nick por su estallido.
—Lo siento —respondió Nick—. Está bien. Puedo manejarlo por mi cuenta.
Alberto tomó un respiro profundo pero lo ocultó de Nick.