La mirada de Atticus se estrechó, sus instintos gritaban como un claxon estridente. Saltó de nuevo, desapareciendo y reapareciendo al instante siguiente, sus movimientos eran ágiles y precisos.
Cada vez que esquivaba, el laberinto se modificaba, cerrándose más y más, pero Atticus permanecía tranquilo. Su mente trabajaba rápidamente, planeando su próximo movimiento.
Atticus se encontraba en un estado surrealista. Su vínculo con Ozeroth había abierto su mente a innumerables posibilidades, dejándolo en lo que solo podía describirse como "la zona".
Todo se sentía natural. En este estado, las técnicas que había aprendido de otras razas le venían sin esfuerzo, permitiéndole usarlas incluso contra un parangón.
Pero sabía que esta situación era peligrosa.
Los instintos de Atticus gritaron de nuevo, y su cuerpo parpadeó justo a tiempo para evitar que un portal se cerrara sobre él.
'Este lugar se doblega a su voluntad. No puedo combatirlo directamente.'