Caos. Caos absoluto, despiadado.
Esta era la forma más simple de describir la escena actual.
Dekai, una figura importante en la familia Ravenstein, con gran influencia, había muerto—todo por culpa de la familia Stellaris.
A estas alturas, a los Ravenstein no les importaba nada más. No les importaban los planes. No les importaba la estrategia. No les importaban las técnicas.
Solo les importaba una cosa: destrozar a cualquier humano de cabello naranja que pudieran ver.
Los combates eran puro y total caos. Los Ravenstein ya no parecían humano, sino animales brutales y rabiosos.
Muchos desmembraban a los guerreros Estelar con sus propias manos. Algunos mordían los cuellos de los Stellaris, arrancando su carne. Otros los inmovilizaban, lanzando una ráfaga de golpes hasta convertir a sus oponentes en papilla.
Pero incluso en medio del caos, algunas batallas destacaban sobre las demás.
Una, en particular, tenía un claro vencedor.