Tras eliminar fácilmente al dúo Alverian, Ático y Aurora volvieron a su cueva.
Ambos se movían a gran velocidad, navegando hábilmente por el bosque y llegando a la cueva en unos segundos. No habían perseguido a los chicos demasiado adentro del bosque, lo que les permitió volver temprano.
Un suspiro se escapó de los labios de Aurora al ver la fogata destruida que había construido con tanto esfuerzo.
—¿No podrías haber sido más cuidadoso? —le lanzó a Ático una mirada intensa.
—¿Debí haber sido más cuidadoso y permitido que te volaran la cabeza en pedazos?
—¡Hmpf! Iba a esquivar ese disparo —afirmó Aurora, acercándose a la fogata destruida.
—Claro, Aurora, claro. Lo que te haga dormir por la noche.
—No crees —Aurora se giró y le dio a Ático otra mirada intensa, haciendo que él levantara la mano en reconocimiento y caminara hacia la pared sobre la que había estado recostado antes, tomando asiento y descansando su espalda contra la pared.