—La risa de Atico resonó por el pequeño espacio, intensificando el tono carmesí en las mejillas de Zoey.
Al volverse para enfrentarlo con una mirada feroz, la expresión de Zoey parecía transmitir una amenaza silenciosa, como si no quisiera más que asesinarlo.
Al notar su reacción, Atico levantó sus manos en señal de rendición.
—Vale, vale, ya paro —rió una última vez antes de secar una lágrima de la esquina de su ojo—. Tus reacciones son tan adorables.
Zoey respondió con un adorable —¡Hmph! —antes de darse la vuelta, cruzándose de brazos defensivamente sobre su pecho.
Observando su encantadora actitud, Atico negó levemente con la cabeza sonriendo, desplazando su atención al surtido de comida ante ellos.
—¿No vas a comer? —preguntó, empujando uno de los contenedores hacia ella.
—No tengo hambre —Zoey replicó secamente, aún evitando su mirada mientras mantenía obstinadamente su postura ceñuda.