—Ahora bien... comencemos.
Los cinco estaban atados firmemente por una red brillante de energía, el hechizo de Rey los mantenía en su lugar mientras se retorcían y luchaban.
Lo miraban con una mezcla de furia y miedo, pero ninguno se atrevió a hablar. Rey se paró frente a ellos, su espada descansaba ligeramente en su mano, sus ojos fríos e implacables.
—Hagamos esto simple —comenzó Rey, su tono agudo y cortante—. ¿Quiénes son y cuál es el propósito de esta operación?
Al principio, no dijeron nada, pero un leve destello del hechizo de atadura envió descargas de dolor a través de sus cuerpos, haciendo que uno de ellos gritara.
—¡Está bien! ¡Está bien, hablaremos!
El líder del grupo, un hombre con ojos grises como piedra y una voz temblorosa, habló. —Nosotros... pertenecemos al Culto del Emperador Dragón. Esta base... es parte de su plan. Por favor, ¡no nos mates!