—Es hora... —Rey se apoyó contra las rocas dentadas cerca de la entrada, su espada descansaba casualmente sobre su hombro.
El aire se había vuelto inquietantemente silencioso después de que huyera el último de los monstruos.
Esperaba algo más que simples bestias guardando este lugar, y pronto, su paciencia dio frutos. De entre las sombras emergieron cinco figuras, todas vestidas con un atuendo uniformado.
Su equipo oscuro de gris uniforme llevaba insignias que Rey no reconocía, pero la forma en que se movían—calculados y confiados—le decían que no eran aficionados.
«¿Serán las unidades de seguridad organizadas que los científicos de este lugar emplearon para hacer su voluntad?» Eso tenía dos posibles implicaciones.
«Podrían ser simplemente mercenarios, o también podrían estar directamente vinculados al Emperador Dragón y servirle como fanáticos—tal vez algo intermedio.»