El grupo avanzaba cautelosamente, con las armas listas.
El silencio era opresivo, roto solo por el sonido de sus pasos crujientes contra la tierra quebradiza.
Luego, sin previo aviso, el suelo frente a ellos estalló.
—¡GROOOOAAHHH!
Tres imponentes criaturas deformes emergieron, sus cuerpos una amalgama grotesca de carne, hueso y lo que parecía metal fundido. Sus ojos resplandecían con una luz carmesí inquietante, y emitieron rugidos guturales e inhumanos que resonaron a través de la llanura.
El corazón de Rey latía acelerado, pero se obligó a mantener la calma.
—Maldición… Me faltan algunas de mis antiguas Habilidades en este momento —pensó.
Tess ladraba órdenes, y el grupo se movió en formación, cada miembro preparándose para el enfrentamiento.
—Rey —llamó Tess, su voz estable a pesar del caos—. Esta es tu oportunidad. Muéstranos lo que puedes hacer.
Rey asintió, avanzando mientras la primera criatura se abalanzaba hacia él.