—¡¿Pero qué diablos?!
Rey sintió su corazón latiendo con fuerza al escuchar la conversación amortiguada entre Lucielle y Bruto.
No quería creer lo que decían, pero Rey sabía que sería una tontería e irracional no hacerlo.
—Están hablando entre ellos, así que es muy probable que estén diciendo la verdad.
Rey sintió que tenía que comprobarlo por sí mismo, pero una ola de dudas lo golpeó.
—Hay mucho aquí que no entiendo. Ya... no sé lo que hacer...
Mientras miraba la entrada a la Mazmorra Real, sintió que un suspiro se escapaba de su pico.
—¿Qué demonios? ¿Todo ese esfuerzo... para nada?
Se sintió bastante mal, por decir lo menos.
—Podría ser un monstruo inteligente el que hizo esto, pero ¿por qué me resulta tan difícil creerlo...?
Para Rey, esto parecía el trabajo de una persona.
No había nadie más que hubiera cruzado su camino excepto el cerebro que lo había tendido una trampa hace unos días.