Silencio.
El decoro ensordecedor que impregnaba toda la sala no era resultado de la Magia o las Habilidades, sino un esfuerzo colectivo de todos los presentes.
Palpable era la reverencia en sus ojos, y sus cuerpos rígidos permanecían quietos por respeto—y también por miedo. Mientras el Gran Viejo Señor Dragón estuviera presente, cualquier falta de respeto o error por parte de cualquier Dragón sería fácilmente notado por él.
Y eso llevaría finalmente a la muerte.
Como tal, todos contuvieron la respiración mientras esperaban el descenso de su invencible gobernante.
~SHUUU~
Un pequeño siseo resonó desde el recipiente superior mientras se abría el eje y una figura solitaria surgía de él, generando un aura que podría considerarse inigualable.
Tenía la piel oscura como el ébano, con cabello carmesí que danzaba magníficamente detrás de él. Vestía su Toga del Emperador, un atuendo que presentaba una regalía negra y dorada—con una corona flotante hecha de diamantes.