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—Pfft. Eso no fue tan difícil, ¿verdad? —Ater se sentaba cómodamente en su silla, una de sus manos sostenía su cabeza mientras la inclinaba hacia un lado y observaba a todo el Ejército Enano arrodillarse en su parapeto.
También vio la representación holográfica del Senado rindiéndose, lo que significaba que Justin y Belle habían tenido éxito en sus tareas, una hazaña excepcional que planeaba recompensarles cuando llegara el momento adecuado.
—Deberían haber hecho esto desde el inicio y ahorrarme todas las molestias... —murmuró Ater, refiriéndose a los Enanos suplicantes—. Aunque, no voy a pretender que no estoy un poco triste de que las cosas tengan que terminar tan rápido.
Quizás los había sobreestimado un poco, pero esperaba un poco de una lucha desesperada, al menos resistencia de unos pocos Enanos que eran demasiado orgullosos para saber su lugar.
Al menos, de esa manera podría justificar matar a algunos de ellos en esta guerra.
Desafortunadamente, eso no sucedió.
