—¡Desmoronarse! —gritó, lanzando un empuje directo hacia la barrera que separaba a los Elfos de sus garras.
Su puño encontró la capa translúcida de protección, causando un estruendo instantáneo en todas partes.
Entonces
—CRAAAAACCCKK!!!
En un instante, la barrera se hizo añicos, casi como vidrio.
Los pedazos volaron por todas partes, para la desesperación de los Elfos, y el malhechor sonrió ampliamente mientras sus ojos brillaban de un blanco intenso.
—Jejejejejeje! Jajajajajaja!
Su cabello se volvió instantáneamente blanco puro, y chispas de energía blanca danzaban por todo su cuerpo mientras extendía dos de sus manos para alcanzar a su presa.
No eran suyas, sin embargo.
—¡Kyaaaah!— Arrancó a dos Elfos al azar y los lanzó hacia sus compañeros, dándoles su cuota de los Elfos.