—No niego mi habilidad para conceder tu deseo. Ciertamente puedo curar a tu amiga de aquello que la aqueja.
La respuesta del Oráculo a Rey fue fría, y la pequeña sonrisa que se había formado en su rostro lentamente se desvaneció, dejando atrás el comportamiento gélido que había mostrado poco antes.
Rey notó esto, pero su terquedad le impidió rendirse.
—Entonces
—Sin embargo, el hecho de que pueda hacer algo no significa que deba hacerlo —dijo el Oráculo con un tono bastante distante.
—Si estás tan desesperado por mi ayuda, quizás pueda proponer algún tipo de acuerdo —un intercambio de algún tipo.
Rey alzó un poco las cejas, pero sus sospechas no le impidieron aprovechar la oportunidad tan pronto como oyó lo que se decía. —¿Qué intercambio?
—Requeriré un sacrificio de tu parte para cumplir con tu solicitud. Me pregunto si posees la resolución suficiente para eso.