Los elfos lo presenciaron todo.
La vista de la naturaleza en su forma más pura se grabó en sus mentes.
Vieron cómo los monstruos devoraban a otros monstruos y lo cruel que podía ser todo el proceso. El mundo dentro del calabozo era implacable, ciertamente no era para los débiles de corazón o de espíritu.
Era una pesadilla completa.
Rey los llevó por caminos, atravesando varios pisos para que pudieran ver aún más de la calamidad ocurrir justo ante sus ojos.
Algunos de ellos protestaron, deseando más que nada abandonar el horrible lugar, pero todos fueron ignorados.
—Puedes irte si quieres —les dijeron, pero ninguno de ellos se atrevió a dar un paso fuera del único manto de protección que tenían en ese momento.
Tampoco podían atacar a Rey. Si lo hacían, y la barrera se derrumbaba, también estarían acabados. Como resultado, todos lo siguieron obedientemente, como ovejas en una manada.