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—¡GRRRRR!
Mientras una bestia salvaje gruñía y ladraba a Rey, él no pudo evitar dejar escapar una pequeña sonrisa.
—Bueno, eso no ha llevado mucho tiempo... —Encontró sus pensamientos divagando.
La bestia frente a él parecía un mono—no, más bien un chimpancé—pero tenía unas diferencias clave que la hacían resaltar.
Para empezar, tenía pelo blanco por todo su cuerpo. En segundo lugar, su piel gris pálida y ojos azules brillantes definitivamente no eran de primates.
Finalmente, aunque era tan grande como un humano normal, gracias a que estaba agachado en una posición cuadrúpeda, parecía más bajo que Rey.
—Supongo que lo último es bastante típico en los monos, ¿eh?
La bestia frente a él tenía las mandíbulas muy afiladas, como si pertenecieran a un carnívoro, y sus ojos azules brillantes exudaban nada más que puro odio.
A pesar de todo esto, sin embargo, Rey se encontraba evaluando la situación con calma.