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—¿Puedo preguntarte algo, Rey?
Esme había vuelto a acostarse en la cama de Rey —no es que a él le importara, por supuesto.
En algún momento, cruzó por su mente que una vez que Esme se fuera, su dulce olor a flores quedaría impregnado en su cama.
No consideraba esto algo malo, así que la dejó hacerlo.
«Pero… ¿qué pensaría Alicia si mi habitación empieza a oler a otra mujer?»
Había escuchado de alguien que las mujeres tenían ese tipo de superpoder, pero no estaba seguro de cuán válida era esa afirmación.
Aún así, ¿era un riesgo que estaba dispuesto a correr?
El hecho de que aún permitiera a Esme acostarse en su cama demostraba que así era.
—¿Qué es?
Con ambos ya hablando sobre la Gran Calamidad, la creciente fama de Rey y prácticamente todo lo que había sucedido durante la ausencia de Esme, ella estaba ya bastante al tanto de su vida.
En cuanto a Rey, también entendió lo que Esme había estado haciendo durante los últimos meses.