Trisha caminaba hacia el lugar de encuentro con la misma expresión seria en su rostro.
Era, como esperaba, en la misma Posada donde ella y sus compañeros de clase se alojaron cuando llegaron por primera vez a la Ciudad de los Aventureros. Observando el lujoso edificio, y luego devolviendo su mirada al trozo de papel en su mano, confirmó la dirección a pesar de no necesitarlo.
Al entrar al edificio, todas las miradas se posaron en ella, pero ella las ignoró a todas y se dirigió a la escalera que estaba frente a ella.
En poco tiempo, estaba en la parte más alta.
Sus labios estaban apretados. Sus pensamientos estaban silenciosos. Con cada paso que daba, el único sonido que escuchaba era el crujido de sus botas.
Hasta que finalmente… Trisha llegó a la entrada.
—Voy a entrar —dijo con una voz normal antes de girar el pomo y entrar en la gran sala.