No importa cómo se viera, la humanidad estaba perdida.
Ahora que un Señor Dragón había llegado aquí, no había esperanza alguna de sobrevivir.
Incluso si lograran repeler al Señor Dragón, una hazaña imposible por sí sola, solo alertaría a los otros Señores Dragón, lo que podría desencadenar inevitablemente una situación más devastadora.
—Si le decimos al Señor Dragón lo que quiere, hay una posibilidad de que nos deje en paz, ¿verdad? ¿Por qué no intentamos eso? —Lucielle habló, su voz destilando preocupación.
La brillante sonrisa que usualmente tenía había desaparecido y solo quedaba pura seriedad.
Ella estaba mirando a Adonis, al igual que todos los que se habían reunido en un círculo. Los cuerpos de sus aliados inconscientes todavía yacían en el suelo, y aunque Lucielle logró darles pociones de emergencia, aún no habían recobrado el conocimiento.
Solo Bruto, Belle, Alicia, Adonis y el Gran Mago en persona, estaban reunidos en el círculo; discutiendo su próximo movimiento.