—Ahí, ahí, pequeño huevo —Rey acariciaba el pequeño objeto en su mano, susurrándole mientras observaba cómo Ater se le acercaba.
—Será mejor que crezcas grande y fuerte para que puedas demostrarle a tu hermano mayor Ater que está equivocado, ¿de acuerdo?
Ater se rió al escuchar decir esto a Rey. Tenía un aire de tranquilidad alrededor suyo, que prácticamente se deshacía de todos los eventos que habían transcurrido.
El Círculo Mágico había desaparecido hace tiempo, y dado que la tarea estaba completa, era hora de volver a casa.
—¿Nos vamos ahora, Maestro? —preguntó Ater con una sonrisa radiante en su rostro.
—No.
—¿E-eh...?
La sorpresa de Ater ante las palabras de su Maestro hizo que su rostro apuesto y sereno mostrara signos de nerviosismo.
De alguna manera, ya sabía lo que Rey tenía en mente.
—¡Lo intentaré de nuevo! —declaró Rey, soltando vapor por la nariz.
—P-pero Maestro... dijiste que lo intentarías uno a la vez.