Silencio.
Un silencio ensordecedor se apoderó de los miembros de la Unidad de Reconocimiento.
Por alguna razón, no podían mover sus cuerpos, de lo contrario habrían huido. Además, incluso si corrían, seguirían atrapados bajo la ilusión de Ater.
El mero hecho de que Ater estuviera ahí significaba que la Pandilla Mercenaria había perdido. Por lo tanto, si él quisiera, también podría desatar a los No-muertos que previamente había desconvocado y destrozarlos.
En resumen... no había escapatoria.
—No necesitas responder a la pregunta. Era retórica... —Ater rió entre dientes mientras miraba al grupo con deleite oculto.
Todos tragaron saliva simultáneamente.
—Quiero información. No, más que eso... —Ater se frotó la barbilla mientras hablaba.