~ ZEV ~
Aún tenía sus manos empuñadas en las pieles mojadas extendidas sobre la roca detrás de ella. Cuando las soltó, se quedaron allí, el peso de ellas manteniéndolas pegadas a la roca plana.
Al principio se resistió. Ella lo besó y él le correspondió—con entusiasmo, la había extrañado terriblemente, pero había estado aterrado de perderse algo que la pusiera en peligro.
Pronto, sin embargo, no pudo pensar en otra cosa que no fuera tocarla. Empuñando una mano en su cabello y deslizando la otra a su cintura, la atrajo hacia él y profundizó el beso.
Y lo profundizó más aún.
Deseaba devorarla. Afortunadamente, ella parecía tan hambrienta por él como él lo estaba por ella, sofocando sus propios gemidos y quejidos mientras agarraba su pecho y enganchaba una pierna alrededor de la suya.
Inclinándose, besó su camino por su cuello, levantándola, medio fuera del agua, para que reposara su trasero sobre las pieles mojadas y los uniera.