~ ZEV ~
Ya era su tercer día en la Ciudad y aún no había tenido oportunidad de salir. Pero estaba casi listo. No había dormido más de cinco horas cada noche, sin embargo, despertaba más fuerte cada mañana. Y esa mañana, aunque sentía la fatiga de la privación del sueño, cuando salió de las pieles y plantó sus pies en el suelo, se retorció y balanceó, probando su cuerpo y descubrió... nada.
Estaba curado.
Gracias a Dios.
Yhet, que se había acostumbrado a vigilarlo mientras dormía y luego desaparecía durante el día, bostezó y luego sonrió.
—Te ves bien, Zev.
—Me siento bien, Yhet. Es el día. O debería decir, la noche. Hoy recuperaré a mi compañera.
Yhet frotó sus manos juntas.
—Vendré contigo. Me encantaría poner mis dedos en la garganta de uno o dos humanos que están reteniendo a Sasha