—Pero... —respiró Sasha—. Pero tú eres el diez. Yo soy el siete.
Zev parpadeó. Su expresión era tan atormentada que esperaba... bueno, no eso. —Sasha... No entiendo.
Sasha rodó los ojos y pasó ambas manos hacia atrás por su cabello. —Lo siento, lo siento. Es una tontería de cuando éramos niños.
—¿Qué tontería?