—Sasha había tenido una conversación con un amigo una vez, cuando le relataban una fiesta a la que habían ido. Donde habían sufrido una agresión sexual. Cómo había cambiado su vida y... su amigo temblaba de exactamente la misma manera. Todo su cuerpo vibrando. No de la manera en que sucede por el frío, donde la piel y los músculos reaccionan a algo externo. Sino... era como si el cuerpo no pudiera contener todo lo que sentía y comenzara a temblar.
Zev la miraba, sus ojos suplicantes y ella sostuvo su rostro.
—Dime —susurró ella, aunque no quería oírlo—. Dime cómo fue, y cómo te hizo sentir, y en qué piensas cuando lo recuerdas. Nunca te lo preguntaré de nuevo a menos que quieras hablar sobre ello. Pero dime una vez. Saquémoslo a la luz y... enfrentémoslo —susurró—. Porque te amo, Zev. Y una vez que entienda, eso será todo. Estaremos juntos y seremos felices. Así que... dime.