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—ZEV
Zev la arrastró a través de la multitud, aceptando la sumisión y las miradas cautelosas mientras pasaban por la mayor parte de la población de lobos.
Se probaría a sí mismo ante ellos de nuevo. Lo haría. Pero justo entonces necesitaba sacar a Sasha y alejarla. Necesitaba olerla y tocarla y sostenerla, recordarse a sí mismo que ella era suya, y probarse a sí mismo ante ella. Porque esto se iba a poner más difícil antes de que se pusiera más fácil.
Se abrieron paso a través de la última parte de la multitud y él la apresuró, corriendo, a través de la aldea hacia el sendero que los llevaría a su cueva. Era difícil no ser impaciente mientras ella lo seguía a toda prisa, agarrando su mano como un torno. Pero ella jadeaba y, según los estándares de Quimera, llevaba un paso de caracol. Si no aceleraban, no tendrían tiempo a solas en la cueva, porque Lhars habría localizado a todos y los habría llevado allí antes de que siquiera alcanzasen a llegar.