—¿Qué deseas? —Satanás podía escuchar su propia voz al mirar los grandes ojos azules de Elisa que ahora lo miraban a la defensiva. El color de los ojos de su nieta era similar al de su difunta esposa. Satanás había amado a Ariel profundamente, tanto que hubiera ofrecido su entero reino por ella, pero había cosas que ni él podía hacer. Era traer de vuelta a su amado Ángel.
Recordó la respuesta que Ariel le dio: "Nada. Me gusta esto, me gusta la paz que tenemos. Solo nosotros juntos y nuestro bebé, eso es todo lo que quiero". Recordó que durante esa pequeña conversación que tuvieron, Ariel se apoyó en sus hombros mientras ponía una de sus manos en su vientre que se había redondeado, había un calor en su hombro pero ahora no había nada.
Satanás notó cómo su hombro estaba frío. Los recuerdos le ayudaron a ver a Ariel de nuevo pero no a recuperar la misma calidez que había sentido años atrás.