Era su primera noche. Aunque no era la primera vez que Ian se entretenía en el acto del sexo, sí lo era para Elisa. A él no le importaba su primera vez, sino la de Elisa. Había prometido ser un caballero con ella, tomar la noche en una actividad sexual dulcemente extenuante que ella disfrutaría, pero las palabras que ella dijo funcionaron al contrario. Elisa hizo lo que Ian le había dicho, ser fiel a sus necesidades, sin saber que en cambio, su petición erótica e ingenua había roto la delgada pared de su paciencia, desvaneciendo la idea de tomar la noche con calma.